"Fiordo", "aurora boreal", "polo norte"... e incluso "Noruega".
Ahora me pongo a recordar las clases de geografía de ESO (a la vejez, viruelas) y lo lejanas y exóticas que me parecían estas palabras entonces. De unos meses a esta parte se han convertido, a la fuerza, en motivo suficiente para, cuanto menos, hacerme levantar la cabeza cuando las oigo. Señas identificativas más que añadir a toda una lista de individuos que ahora tienen en común un año de sus respectivas vidas; además de otras cosas como enfermedades potenciales de hígado, trastornos de sueño y del habla (de esto último podemos culpar a APM), etc.
Tal día como hoy, seis de agosto, empezábamos a aportar nuestro granito a la montaña de degeneración de Fantoft. Creo que ninguno de nosotros es el mismo ahora. Y eso lo sabes perfectamente cuando levantas la vista para despedirte de aquel edificio chungo y gris, tu cabeza se colapsa. Jodido dejar un sitio en el que tienes tanto y del que puedes llevar tan poco, y no me refiero precisamente a la ropa. Jodido aprenderte de memoria lo que es la depresión post-Erasmus y todos sus síntomas. Jodido el "¿y ahora qué?"...
Como intentando disolver esa astilla de nuestras mentes, antes de todo este protocolo de cuesta abajo nos agenciamos un puñado de experiencias más para la saca. Stavanger, Preikestolen y Kjeragbolten eran los destinos. Cabaña y carro alquilados, ponemos un poco de música y a pisar el acelerador. Ni la lluvia, ni la niebla, ni los mosquitos fueron quienes para joder el último "Erasmus Trip". Ni por asomo.
Acantilados a seiscientos metros y piedras a mil sobre el fiordo fueron buen escenario para decir adiós. El punto y final con mejor caligrafía de la historia. Después tocaba una retirada sobre mis propios pasos. Mismos aviones, mismos aeropuertos y mismos mensajes de megafonía. Pero, y me cago en todos los putos peros, allí faltaban cuatro sujetos discutiendo sobre el cambio del Lats al Euro para comprar absenta y ron. Sus siluetas estaban allí, marcadas con líneas discontinuas pero sin relleno. Malditos sean todos los putos Duty Free's ahora.
Sin embargo, como no hay despedidas sin reencuentros (al igual que no hay viernes sin disfraces, ni Paco sin guitarra, ni Bergen sin lluvia, ni Puta sin Ramoneta, ...), el plan B a toda esta mierda de sensaciones está en pleno transcurso: Operación Fontanosas. Pero eso ya es el prólogo de otro episodio. Por aquí ya está todo el salmón vendido. En cuanto a todas estas polleces escritas, cursiladas, mi desorden comunicativo, como queráis llamarlo... en fin, que por algo lo llaman blog personal. "Over and out" que dirían. Gracias en Si Bemol.
"Creo en la trama sin desenlace, al igual que creo en las primeras y segundas vistas. En las pajas mentales y en el más vale tarde que nunca.
Creo en la paz interior y en el hombro con hombro. En las tantas de la madrugada y en el poder de la improvisación.
Creo en todas las sonrisas que acabaron en risas y en las que acabaron en lágrimas. En la euforia del viernes y en la desidia del domingo.
Creo en todas esas palabras que nunca pudieron oírse y en las que aún permanecen en el aire. En todo lo que queda pendiente y en el tiempo perdido. Creo en la oscuridad de aquel túnel.
Creo en las horas de reflexión y en los kilómetros pateados. En la lluvia y en todas las nubes que pasaron de largo. En la conciencia tranquila y en la rabia precisa.
Creo en el nylon de las cuerdas y en lo ridículo de todas las borracheras. En el hielo, el verde, el asfalto, la tierra, las vías, los charcos, las piedras, los Abbey Roads y en todo lo que pasó por debajo de mis suelas y que echaré de menos de manera indiscriminada.
Creo en toda esta mierda."
Soundtrack | End Over End - Foo Fighters