sábado, 30 de octubre de 2010

Porque el Erasmus también es para viajar...

Y la nieve llegó a Bergen en pleno Octubre. Ola de frío y de bolazos en el aparcamiento de Fantoft. También, por supuesto, unas vistas de película de navidad. No quiero (más bien no puedo) imaginarme como estará esto allá por enero y febrero. Acá las vistas desde mi cuarto mientras me dedico a desperezarme:


Y como huyendo de ella empezamos nuestro primer viaje Erasmus oficial: Oslo-Londres. Sin miedo ni vergüenza nos plantamos el Jueves de la semana pasada en la estación, a aquello de las 11 de la noche para coger el tren que nos llevaría a Oslo. Un tren nocturno que tarda unas 7 horas y media en tocar las vías de la estación de Oslo Central Station. Es también conocido por tener unas vistas muy bonitas (sobre todo de noche), por sus repentinos cambios de temperatura y por la asiduidad con la que un hombre arrestado pasa, amablemente acompañado por la policía, por el pasillo.

Una vez en Oslo cogimos el metro para llegar hasta Sogn y Kringsja, las residencias estudiantiles en las que nos acogieron unos amigos de Anna. Dejamos todos los bultos y nos fuimos a ver la ciudad y a disfrutar de su frescacho matutino. Empezamos por la National Gallery de Oslo, donde vimos El grito de Edvard Munch, y continuamos por el Hard Rock Café.


Tras una improvisada comida del supermercado en la estación de trenes, visitamos la Opera House, al lado del puerto, hicimos fotos a todas las gaviotas cagonas y paseamos por Vigeland, el parque más famoso de Noruega con más de 50 estatuas bastante curiosas. La perfecta imagen para el otoño noruego.





Nuestro tour por Oslo finaliza con una aromática cena alemana en Kringsja preparada por los amigos de Anna. Tras la cena nos unimos a una "fiesta" de la que huimos no muy tarde para irnos a descansar.

Despertamos, no precisamente con el sol, y nos preparamos para ir hasta el aeropuerto. Más por inercia que por instinto, comprobamos los billetes de avión. Creo que me evitaré el marrón que supone tener que explicar las expresiones de nuestras caras cuando descubrimos que ni la hora de salida, ni el aeropuerto de origen, ni el aeropuerto de destino son los que creíamos. En fin, lo arreglamos como buenamente pudimos y acabamos en Londres. Rápidamente nos hacemos con el tren y metro respectivos y nos dejamos caer en el albergue, que son dos casas tipicazas londinenses unidas con un puñado de aseos repartidos.

Si hubiese que definir Londres con una frase sería "de película". Prácticamente todo lo que puedas ver en esta ciudad te sonará del cine.

Pudimos disfrutar de Candem Town, un mercado de ropa, comida y recuerdos de Londres, básicamente. Tiene su encanto pero es peligroso mientras tengas monedas o billetes en los bolsillos.


Trafalgar Square, la plaza más importante de Londres, en la que se encuentra la National Gallery y la que ya nos permite ver el Big Ben en la lejanía.



Seguimos la estela que va dejando la típica imagen del Big Ben y Westminster a lo lejos hasta llegar al corazón de Inglaterra.


Harrods, un Corte Inglés inglés. Colonia en el baño, y ascensores de lujo. El sumun del ostentación. Con la niebla de tanto exceso le perdemos la pista a Jessica, lo cual nos lleva a tres horas de confusión entre Harrods, metro y albergue.

Bridge Tower, por donde tuvimos oportunidad de dar un paseo nocturno.


Por supuesto, Picadilly Circus.


British Museum, donde vimos autenticas (o eso dicen) momias del antiguo Egipto, entre otras cosas.


También Covent Garden, lo que más me sorprendió, y para bien. Es una especie de mercado de artesanía donde se pueden ver espectáculos callejeros bastante curiosos y divertidos.


Era deber hacer una pequeña visita a Abbey Road para hacerse la foto de rigor y para echar una risa, que ya que estamos...


Y, ¿cómo no? el Hard Rock Cafe de Londres. Como todos: una pasada. Pero esperaba más, no sé. Igualmente, uno más a la colección.


En resumidas cuentas, un viaje más que exprimido del cual esperamos que sirva como precedencia para muchos más. Ahora toca ponerse, al día en los estudios, y reponerse, de los daños en la cuenta bancaria. De momento, como caído del cielo, ya tengo un (pequeño) trabajo noruego, dos fines de semana contando gente que sube y baja del autobus: frenética diversión. Sinceramente, prefiero Londres.



Soundtrack | Life in Technicolor ii - Coldplay


 
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